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La vida es corta incluso si vivimos muchos años. Por eso es crucial que seamos conscientes sobre dónde invertir nuestro tiempo, energía y atención ya que hacer una inversión equivocada puede tener resultados que luego lamentaremos. Es aconsejable que tengamos claridad para ver cuál es la inversión mas inteligente y sabia que podemos hacer con esta preciosa oportunidad que tenemos, por un tiempo limitado, en nuestras manos.
La pregunta que surgió en varias oportunidades en clases en los últimos meses es: ¿Por qué sería más inteligente y sabio que nuestra prioridad sea el cultivo de la felicidad genuina versus la búsqueda de los placeres hedonistas?
Básicamente la felicidad hedonista depende de que las personas se comporten de la forma que nosotros queremos, que nuestro cuerpo y nuestro intelecto se comporten de la manera que queremos, que las situaciones sean de la manera que queremos, que vayamos de un episodio de buena suerte a otro mejor.
En el mundo moderno confundimos la búsqueda de los placeres hedonistas por la felicidad genuina. La búsqueda de los placeres hedonistas viene acompañada de un consumismo insaciable que nos mantiene siempre esperanzados de que pronto llegara lo que tanto añoramos. A lo mejor, debido a que estamos tan absortos en objetivos hedonistas es que veces parece que hemos perdido la capacidad de darnos cuenta de lo obvio. Esto es, que lo que depende de estímulos y condiciones externas jamás puede darnos bienestar profundo y duradero dado que es impermanente y dado que no tenemos ningún control real sobre el cambio constante de las cosas, las personas, la salud, la riqueza, etc.
Cuando ponemos toda nuestra energía en la búsqueda de los placeres hedonistas perdemos poder personal e invitamos a que vengan la ansiedad, la depresión y la baja autoestima ya que ¿cuánto verdaderamente podemos controlar a las personas, al cuerpo, a las situaciones y demás factores?
Afortunadamente aún viven en nuestro mundo tradiciones de sabiduría que nos dicen desde hace cientos de años que lo más inteligente y sabio es cultivar la eudaimonia o felicidad genuina que no depende de que las cosas salgan bien para nosotros. Esas tradiciones de sabiduría nos enseñan que cultivar la felicidad genuina es más sabio ya que nos libera y nos empodera de manera constructiva.
Esto no quiere decir que no nos ocupemos de cubrir las necesidades básicas para nosotros y para los demás seres bajo nuestro cuidado. Por el contrario, cubrir las necesidades básicas de comida, ropa, techo, seguridad, amistades, educación, recreación y demás es necesario y puede incluso acompañar al cultivo de la felicidad genuina.
El problema surge cuando toda nuestra energía esta puesta en no solo cubrir lo básico sino en querer obtener mas y mas en una rueda sin fin.
La vida pone sobre nuestra mesa un día cosas un poco agradables, otro día muy desagradables, otro día muy agradables y así continua. A veces entramos en periodos de estabilidad de buena fortuna, pero nunca tenemos certeza sobre cuando la buena fortuna se terminará y cuando vendrá una desgracia.
Esa incertidumbre podemos vivirla con angustia, miedo, ansiedad, depresión, celos, envidia y otras aflicciones mentales únicamente si toda nuestra inversión vital de energía, de tiempo y de atención estuvo puesta en hacer todo lo posible por alcanzar y mantener la felicidad hedonista.
Pero si nuestra inversión vital de energía, de tiempo y de atención fue mayormente orientada a cultivar un genuino bienestar, entonces en medio de la adversidad naturalmente surgirá en nosotros una mayor ecuanimidad y el equilibrio mental/emocional brotará naturalmente.
Para obtener claridad sobre nuestras prioridades y saber adonde estamos invirtiendo mayormente la energía, podemos por ejemplo ver como están los puntos vitales para el cultivo de la eudaimonia o bienestar genuino:
-Nuestro comportamiento ético de cuidado hacia nosotros mismos,
hacia los demás seres y al medioambiente.
-Nuestra regulación emocional
-Nuestra práctica de meditación diaria
Un ejercicio sencillo es observar si en el ciclo día/noche, que tiene 1440 minutos pudimos apartar un mínimo 15 o 24 minutos para meditar. Este simple ejercicio reflexivo puede llevarnos a preguntarnos:
¿Cuáles son mis prioridades? Y ¿Estas prioridades son conducentes a lo que quiero verdaderamente cosechar en mi vida?
Adonde estén nuestras prioridades,
Estará nuestra atención,
Y nuestra energía vital,
Y allí sera nuestra cosecha.
Lo importante es despertar y darnos cuenta para así tener la opción de elegir y poder accionar para hacer las modificaciones necesarias que nos lleven a cultivar nuestro objetivo sabiamente.
Una persona “que diariamente crea hábitos de atención concentrada, de
volición enérgica y que deja de lado cosas y actividades innecesarias…
va a erguirse como una torre cuando todo a su alrededor se desmorone y sus compañeros mortales sean arrojados como la paja en el viento.”
William James
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